Mensaje de Navidad
Querida Comunidad Educativa, es bueno preguntarnos en estos días previos a Navidad, ¿dónde está el Pesebre hoy?
Si en el Pesebre hay “estrellas, sol y luna” como recita un villancico, y si en el pesebre hay animales sencillos con sus pastores como las figuras que tenemos en nuestros hogares, y si en el pesebre está la promesa cumplida y brilla la luz del Redentor, entonces la Buena Nueva es que el Pesebre hoy, está en nuestra identidad más profunda, es decir, en nuestra alma.
En ese lugar humano que nos define desde lo trascendente, el alma, integramos la experiencia de un mundo físico que expresa la acción humana y se convierte entonces en parte de nuestra misión cuidar las “estrellas, sol y luna” de la casa común. En el alma, también somos invitados a despojarnos de nuestras imágenes y autopercepciones, para llegar humildemente a tocar quienes somos en realidad. En el alma, brilla esa ternura amorosa de un Dios que cree en mí, aunque yo no crea en Él. Por tanto, peregrinar al Pesebre, es caminar hacia el alma, porque allí está la imagen del mismo Dios.
No lo olvidemos. Si recordamos este regalo de Amor, comprenderemos lo sagrado del misterio que nos une a nuestro Recién Nacido tan esperado.
El Pesebre nos reúne, a todos y todas, sin diferencias ni distancias, porque el rostro del recién Nacido, la fuerza del Amor del Padre y los dones del Espíritu Santo se proyectan en nosotros a imagen y semejanza del mismo Dios. Cada alma de este Universo, es Pesebre que acoge a este niñito de Esperanza y Triunfo del Amor verdadero y total.